A todos se nos enseña que en ciertas situaciones es educado torcer la verdad: no hablas mal de la cocina de tu madre ni llamas gordo a tu mejor amigo, por ejemplo. Pero esta falta de franqueza se vuelve problemática cuando se filtra en la cultura organizacional.
Es muy común que en los negocios, las personas simplemente no se expresen con la suficiente franqueza. Retienen las críticas y las nuevas ideas por temor a molestar a los demás o causar conflictos. Quieren parecer jugadores de equipo, no idiotas.
Pero la comunicación honesta y abierta conlleva muchos beneficios. Un ambiente franco permite que todos aporten ideas y las mejoren. Cuando las opiniones honestas se expresan en voz alta y rápidamente, las propuestas se pueden evaluar y, si es necesario, descartarlas mucho más rápido.
Es probable que la mayoría de las personas de su empresa no contribuyan con sus ideas u opiniones, probablemente porque sienten que no pueden hacerlo. Esta es una inmensa pérdida de capacidad intelectual.
Por supuesto, introducir la franqueza en una cultura arraigada de "hacer las paces" es muy difícil, y hacerlo puede incluso dañar tu carrera si te ven como un alborotador. Ciertamente ayuda si eres el jefe, pero aún así no es un picnic. Debes hablar de franqueza, premiarla y demostrarla tú mismo.
Pida a las personas su opinión y ayúdelos a sentirse cómodos dándola. En General Electric (GE), esto se logró reuniendo intermitentemente grupos de 30 a 100 empleados para discutir mejores formas de hacer las cosas, sin la presencia de sus jefes. Esto permitió a los empleados hablar de forma anónima y formular propuestas que sus jefes estaban obligados a abordar, y rápidamente. Estas sesiones Work-Out tuvieron tanto éxito que se convirtieron en una parte integral del proceso de resolución de problemas de GE.
Deje que las ideas y las opiniones fluyan libremente: fomente la franqueza y dé voz a todos.