Sea selectivo y meticuloso al contratar, transparente y justo al despedir.
Las grandes personas están en todas partes, pero encontrarlas es difícil. Antes de siquiera considerar contratar a alguien, asegúrese de que pase tres pruebas de fuego:
Primero, deben tener integridad, lo que significa que son sinceros, honestos y respetables.
En segundo lugar, deben ser inteligentes para poder trabajar eficazmente con otras personas inteligentes. Esto no significa que deban ser graduados de las mejores universidades; algunos grandes ejecutivos de grandes empresas se han graduado de lugares muy oscuros.
Finalmente, los candidatos deben demostrar madurez, lo que significa que pueden lidiar con el estrés y los contratiempos, y exhibir esa cierta mezcla de confianza y humildad que brinda la experiencia.
Al evaluar candidatos, sus únicas herramientas sólidas son las entrevistas y las verificaciones de antecedentes; pero no ignore sus instintos viscerales, especialmente para rasgos difíciles de verificar como la integridad.
Si se pasan las pruebas de fuego, puede pasar a la fase de selección real. Elija personas que exudan energía positiva y que, en general, sean optimistas y sociables. Deben estar realmente entusiasmados con el trabajo y poder inspirar y energizar a quienes los rodean.
Los candidatos exitosos también deben ser efectivos, lo que significa que pueden tomar decisiones difíciles incluso cuando no tienen toda la información y luego ejecutar esas decisiones para hacer el trabajo.
Aunque contratar a las personas adecuadas es difícil, despedir a las equivocadas puede ser complicado. Sin embargo, siempre que su sistema de evaluación del desempeño sea sincero y transparente, no debería sorprender a alguien que esté a punto de ser despedido. Solo asegúrese de que no haya humillación para la persona en cuestión y no la excluya de su organización. En su lugar, reconstruya su confianza en sí mismos para ayudarlos a tener un aterrizaje suave en su próximo trabajo.